El sentido del humor es la sal y pimienta en el proceso de cambio en psicoterapia, regulador de las emociones. Espero no te molestes con Darwin, es la historia del origen y evolución del hombre.

 

Un poco de humor irónico

Cuando la especie humana todavía no había cobrado conciencia de sus emociones éramos como el resto de animales, podíamos salir a cazar desnudos. Ahora es impensable imaginar que fuéramos sin ropa por la calle.

Nuestros ancestros los homínidos, en algún momento de la evolución desarrollaron el lenguaje, con ello, la aparición del pensamiento y la toma de conciencia. Comenzó a darse cuenta de sí mismo y de los peligros que le acechaban. De su gran vulnerabilidad, miedos presa de los depredadores.

Contactó con la ira que se le despertaba frente a un ataque. La rabia y la frustración conectadas con el instinto animal agresivo, que el resto de especies sentían pero no las pensaban. Llegó el momento, pues, del paso a la vergüenza y la culpa.

Este sentimiento, la vergüenza, es fruto del despertar de sí mismo y del mundo que le rodea. La transformación del ser civilizado percibe como individuo malo a todo aquel que siente emociones como la rabia o la ira.

 

Control de las emociones

En el medio animal el fuerte domina al débil. El proyecto futuro humanoide era dominante como el resto de especies animales. La conciencia llevó al autoengaño, necesitó negar su sentimiento de inferioridad, fragilidad, para protegerse; le aliviaba sentirse fuerte. El humano creía ser superior al resto y haber dejado atrás su primitivo estatus.

En ausencia de un entorno regulador emocional, se debía controlar las emociones, dominadas a través del castigo. Nace la religión y la culpa.

Continuemos con la vergüenza asociada a la culpa central en nuestro ropaje. Comenzamos a resguardar nuestra fealdad, como medio de protección y ocultación de aquellas emociones negadas. Dejamos de ser nosotros mismos, espontáneos, para adaptarnos al medio. Se instaura el control: exigencia, puntualidad, pulcritud, perfección… como vía de dominación del vacío e insatisfacción.

Tapamos las canas para borrar el pasado…

 

Nos lavamos la cara y nos vestimos de traje

En los inicios, tan sólo fueron pequeños trozos de tela que encubrían nuestras vergüenzas físicas, los genitales. En la actualidad, vestimentas de talla diminuta universales que resguarda esa inseguridad.

La conquista cerebral nos sirvió para perfeccionar nuestras estrategias de control y corte confección, llamada inteligencia. Con el paso de los siglos y décadas… nuestras vestimentas progresaron en paralelo a  dicha corteza cerebral.

La conciencia se vistió de traje, pasamos a reprimir todo aquello que al mundo no les gustaba de nosotros, dependiendo del momento sociocultural, eso sí. Ahora exhibimos sin pudor parte de aquella sexualidad censurada. Nos mostramos públicos sin derecho al espacio privado e individual. Vestimos de ropa cara, sociabilidad… y abandonamos nuestra valiosa intimidad.

Normas morales, introyectos, mitos, ideales, etc. La educación y sociocultural fueron dando estilo al diseño y disfraces de traje chaqueta, falda pantalón o calzado elegante; que ofrecen los tan admirados diseñadores. Aprendimos a utilizar nuestra inteligencia y emociones en nuestras relaciones, la manipulación es el más distinguido vestido de noche.

 

Cómo negar lo evidente

Continuando con mi ironía extrema, los humanos utilizamos prendas en función del nivel social o condición económica, no siempre hay opción de elegir. Marca, belleza, juventud, raza, profesión, titulitis u otras varias que aumentan nuestra seducción.

Compramos complementos a juego con nuestras prendas que reafirmen la autoestima y, con ello, el disfraz principal nuestra personalidad: joyas, coches de alto estanding, pareja, amigos, animales de compañía…

Ese sentimiento ancestral de superioridad tiñe los colores, guía la elección de los ropajes. Anhelamos los más costosos. Nos decantamos por la tonalidad del éxito y el dinero, “lo compran casi todo”: amabilidad, bondad, sonrisa, respeto… Me gustas o amigos en las redes sociales, le damos a seguir a quien tiene el mayor número de seguidores. Eso sí, ¡lo queremos con inmediatez y exigencia! Sin trabajo ni esfuerzo.

Nos convenemos que hay que ser creativo y expresar emociones, hemos adquirido la habilidad de confeccionar aptitudes a medida que nos hagan parecerlo. Pues el verdadero ser creativo es ser tu mismo y auténtico, consciente.

 

Regulación de las emociones

Nuestros ancestros creían que las emociones nos hacían débiles en la naturaleza; hoy día, en la era actual de los sentimientos, sabemos que fueron conservadas porque son necesarias para nuestra supervivencia.

La evolución de la humanidad necesita caminar en dirección al desarrollo de la regulación de las emociones, para ello, precisa un medio que ofrezca seguridad emocional y protección. Parece ser que seguimos sin lograrlo, actuamos como el resto de depredadores. Frente a un entorno inseguro, controlamos y dominamos los peligros, nos hemos convertidos en depredadores emocionales disfrazados de progreso.

La seguridad y protección que necesitamos no es material sino afectiva. Cuando hablo de afectiva, me refiero, a que el bebé vulnerable necesita ser arropado, requiere de presencia física y mental de una figura de apego que le proporcione regulación de su afectos. Ésta se genera a través de la conexión emocional entre bebé y cuidador. En otro artículo te explicaré, con más detalle, qué es eso de la conexión emocional, clave en el proceso transformador en psicoterapia.

¡Tomemos conciencia!

 

¿Y tú cómo te vistes?

Si al acabar de leer esto te has quedado desnudo, quizás vayamos por buen camino; si por el contrario, tu percepción no coincide con la mía, posiblemente te sirva para darte cuenta que desnudos todos somos diferentes. Los humanos percibimos la realidad de forma subjetiva. Quizás te cueste identificar en mí lo que no consigues ver en ti, o simplemente, no esté… Dejémos de llevar todos el mismo número de calzado. Una paciente me contaba lo siguiente, en una de nuestras sesiones:

El otro día sentí mucha rabia cuando fui a comprarme unos botines, a la zapatería cercana a mi casa, y le pedí a la chica que buscara mi número de pie, del modelo de calzado que tanto me había costado elegir. Me dijo que no le quedaba de mi número y trató de convencerme a toda costa para que me llevara uno más. Me irritó mucho su insistencia disfrazada de amable sonrisa…

Sólo unos pocos se atreven a despertar, los valientes rebeldes… ¿Nos desvestimos juntos? ¡Acompáñame! Permíteme que te muestre las distintas partes de mi cuerpo, aunque no te agraden o produzcan rechazo. La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, vestirse con la piel del otro. ¿Conectamos emocionalmente?

 

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Blog del Diván,
Relatos para reflexionar

Yolanda Ruiz La Psicoterapeuta