La confianza esencial en las relaciones
Algunos afortunados, que fueron especialmente invitados por ella y se atrevieron a compartir las penumbras de su intimidad, afirman que su fragancia a azahar es inconfundible.
Desde el primer instante, a él le costó reconocer el olor a confianza que desprendía su delicada piel. Esa cálida esencia que habitaba los rincones de su cuerpo vestido de su ser ya adulto.
Tras conocerle, ella no dudó en ofrecerle el regalo más preciado de su jardín, la flor cuya fragancia a esperanza cultivaba con esmero.
Sus vivos colores impregnados de inocencia y vulnerabilidad difundían plena confianza. Pero él no pudo apreciarlo… Era incapaz de identificar sus bellas tonalidades, pues no la hubo vivido cuando más la necesitaba.
Quiso quedarse pero no sabía cómo, tenía pendiente sanar su vieja herida.
Su sentir permanecía anestesiado…
Aprendió a soñar en blanco y negro asolado en aquella infanta cuna, donde ellos creyeron que no le hacía ningún bien cogerle entre sus brazos, cuando el frío o la angustia le envolvían.
Y experimentó un intenso miedo a necesitar nuevamente, a confiar.
Pronto se acostumbró a dejar de advertir lo familiar, a mirar, oír y ser tocado, fruto de esos largos silencios de ausencia.
Y un día olvidó sus ganas de llorar al percibirse solo, sin besos y abrazos que lo arroparan por las noches y durante el día.
Abandonó su sentir para lograr sobrevivir, como si de una rata diminuta paralizada por el miedo se tratara.
Él creció…
De mayor se drogaba de orgullo para negar su sufrimiento afligido y hacerse fuerte, como ellos esperaron.
Dejó de necesitar a los demás y esperar nada de ellos, como en aquella alejada cuna cuya mirada asustada asomaba al despertar sin ser reconocida.
Y abandonó su falta que le impedía reconocer su esencia, la flor más viva labrada en su oasis de palabras.
Se despojó de sus sensaciones de dolor y , con ello, su bienestar también.
Su cuerpo se volvió insensible a la ternura, al tacto de sus caricias, a la melodía de su voz, su fragancia.
Pues estaba muerto en vida o dormido.
¿Existe quizás alguna diferencia?
William Faulkner en su novela las palmeras salvajes escribía:
Si tuviera que elegir entre el dolor y la nada
elegiría el dolor…
Desde mi diván,
Relatos para sentir y despertar
Anímate y deja tu comentario al final del post, crecemos juntos.
A veces las heridas son el único recuerdo que nos queda de alguien, y quizás esa sea la razón por la cual decidimos no cerrarlas nunca.
Benjamín Griss
Que importante es cubrir las necesidades de ese bebé que tanto nos necesita. Que ignorantes somos al pensar que esa caréncia no nos traerá consecuencias en un futuro. Y que duro es conseguir cerrar esa herida para poder volver a confiar. Que “fácil” se pierde la confianza y que difícil es recuperarla, todo sería tan fácil si conectaramos más con los demás. Gracias Yolanda por ayudarme cada dia a cerrar esas heridas que todavía siguen doliendo.
La confianza es esencial en el desarrollo de nuestras emociones, tal como lo has descrito Laura. Sin ella no podemos “sentir” nada, la nada es desgarradora, mata. Cuando permitimos que nuestros cortes, llagas, rozaduras… supuren podemos cerrarlas. Sólo se abrirán para recordarnos qué podrá volver a dañarnos, en ese caso el dolor servirá para tomar conciencia y protegernos.
Gracias por respirar el perfume de azahar de esas flores blancas que impregnan éste diván y compartir conmigo tus angustias. Un beso bonita.
La falta de contacto te hace olvidar lo que es el contacto. La falta de amor te hace olvidar lo que es el amor. La falta de cuidados, de preocupación, te hace olvidar lo que son los cuidados, la preocupación. La falta de caricias, de abrazos, te hace olvidar lo que son las caricias, los abrazos. El alma se vuelve arisca y solitaria. Permanente dolorida por la falta de una palabra amable, de una pregunta. Se sigue caminando porque caminar es automático. Se sigue viviendo porque vivir es automático. Se sigue respirando porque respirar es automático. Y se deja de sentir porque lo hiciste en la infancia, cuando el abandono dolía mucho más.
Realmente inspirador, no será la solución pero una buena manera de hacerte más fuerte en la vida es aguantar y afrontar la fuerza con la que a veces te golpea, triste pero motivador.
Uf me conmuevo siempre que leo lo que escribes, haces que se me mueva mi ser. Me siento identificada con el relato y siento una gran tristeza que hace que me emocione. A veces es muy triste refrejarse en lo que otra persona escribe porque no soy capaz de percibir ese dolor o mejor dicho, si lo expresara me sentiría aún más sola. Que duro y fuerte es leer esto.
No he sido madre pero creo que no aguantaría el dolor si un hijo mío me la hiciera leer y me dijera esto es lo que siento mamá, lo que he mamado desde la cuna, me sentiría como si yo misma lo hubiera matado.
Sé que he de aceptar mi dolor y así sanará mi herida pero es que cuesta tanto pero poco a poco y con tú ayuda voy avanzando, es quizás el proyecto más ambicioso que tendré hasta que deje de respirar, sanar mi herida.
Lo importante es haberme dado cuenta que yo sola no podría hacerlo. Espero y deseo volver un día a poder confiar, poder oler y aceptar que besos, caricias, abrazos son dados de corazón y que yo misma sea capaz de darlos también. Gracias Yolanda .
Es tan esencial en la vida confiar y dar confianza que muchas veces las personas olvidamos que se encuentra en esos pequeños/grandes gestos que realizamos dia tras dia.
Pienso que toda persona tenemos un gran poder del cual no somos conscientes y no sabemos gestionar. El poder de cambiar la vida, y la forma de verla a las personas de nuestro alrededor, empezando como dices Yolanda, por los padres.Los bebés necesitan de esas figuras que les cuiden, que les escuchen sus llantos, que les sonrían, que les abracen, que les miren a los ojos, que les entiendan, que les mimen y atiendan sus necesidades primarias, para cuando se transformen en figuras adultas sean capaces de confiar, tanto en si mismos como en los demás. Y transmitir al nuevo entorno “social”, que confían y que también pueden generar confianza. Esa confianza les permitirá ser libres en la forma de expresar sus emociones y de sentirlas, tristeza, la alegria, la frustración, sentir una caricia, un beso, una mirada de “te quiero”, el amor pleno y todo un arco iris de emociones que de otra manera serán contenidas, o como dices: la nada.
Esta sociedad necesita ser capaz de crecer, de dar al mundo personas seguras, confiadas y confiables, pero pienso que es muy complicado ya que las personas no somos plenamente conscientes de nuestras acciones hacia los demás en la vida diaria, de los pequeños gestos. Nuestras mochilas también son piedras ralentizadoras para este proceso y a ello se le suma el ritmo de vida diario: tantas responsabilidades, horarios, falta de tiempo debido a obligaciones que hacen que muchas personas vayan viviendo con esa falta de aliento que hacen hasta complicado hacerse sonreir a si mismos.
Que todo esto sea complicado no significa que no sea posible, con un granito de arena día tras día, se pueden construir los mejores castillos de arena que hubiéramos imaginado jamás.
Gracias Yolanda por tus escritos, me gusta como expresas todo esto ya que son temas complicados de entender y la lectura se hace agradable.
¡Confío!
Duras palabras y ciertas a la vez. Ambas sabemos que la mayoría de las personas prefieren escuchar o leer cosas alegres y bonita, olvidar las durezas de la vida, negarla, para sobrevivir ante ellas. Tú y yo nos atrevemos a expresarnos alto y claro, mostrando la realidad y transformarla o ,por lo menos, masticarla un poco, digerirla. Muchas gracias Luisa por hacerlo en este blog, continúa aportándonos esa esencia literaria tan íntima y atrevida que impregna tus escritos.
Hablando de motivación, a mí también, me motiva que te sigan llegando mis palabras e impulsen en tu vida. Oscar como siempre sabes que me gusta tenerte por aquí.
Dolores tu identificación te mueve tristeza y sentimiento de culpa. Todos los animales, incluida la especie humana somos seres ambivalentes, es decir, sentimos emociones contrapuestas. En el caso del ser humano podemos experimentar sentimientos de tristeza u odio, en ocasiones, hacia la persona que más amamos, ocasionándonos una enorme contradicción afectiva y sentimiento de culpa. Por desagradable que te resulte es algo biológicamente indispensable, forma parte del precio que pagamos por nuestro privilegio de ser humanos.
La sana capacidad para vivenciar sentimiento de culpa es importante en el proceso regulador de nuestras emociones e “implica la tolerancia de la ambivalencia” y una aceptación de la responsabilidad relativa tanto a nuestro amor como nuestro odio.
Caminas en dirección hacia la sanación de tus heridas a pesar del dolor que se te despierta, confía… Gracias Dolores por desnudarte y compartirlo.
¡Ana tu aportación es muy pero que muy reflexiva, lo has expresado genial! Mucho texto e igual los lectores se asustan, espero que te lean porque es enormente constructivo, me encanta que opines con esa soltura sin temor.
Poco a poco los lectores del blog junto a vuestros comentarios obtenemos enormes granitos de arena con los que, que día a día, iremos construyendo ese castillo de arena que jamás hubiéramos imaginado. Ya se va perfilando la robustez de su fachada que vislumbra ese cambio de toma de conciencia social de las necesidades afectivas primarias, en busca de seguridad y confianza.
Gracias Anita por crecer y confiar, leerme, escribirme.
Ante todo, Feliz año Yolanda!
Delicioso poema, reflejo de una realidad para muchas que carecen de ese afecto y necesidad del prójimo, algo vital en el ser humano y en el alma.
Sin duda, vivir es sufrir, llorar, reir, cantar, correr, gritar. mojarse bajo la lluvia y sentir que estamos vivos!
Ama la vida en todo su esplendor, besos.
Nuria bonita forma de felicitarnos el año, felicidades también para ti!
Justo eso es amar. Sin duda, estás muy viva. Seguiremos chapoteando juntas bajo la lluvia y gritaremos fuerte al viento! Un beso cálido.
Detestaba el olor a tabaco
que castigaba su olfato,
odiaba el olor a puro
y necesitaba respirar aire puro.
Por eso tuvo que alejarse
tanto, que dejó de relajarse.
Ya no hay aromas solo la nada
ya no le emborracha ninguna fragancia
siempre lleva una bufanda impregnada
de olor a lavanda.
Cuando recuperamos nuestro sentir, el olfato se vuelve aún más sensible a aquellos olores que intoxican nuestra astucia, dañando nuestro alma con mayor intensidad… Por ello, no se trata sólo de retomar la sensibilidad perdida sino conectar con todos nuestros sentidos e intuición y utilizarlos como guía para encontrar senderos rociados de aire más puro; tal como expresas en tu sagaz estrofa.
Sara que sutil forma de conectar emocionalmente…