Hablar con un psicoterapeuta permite a la persona desinhibirse y comunicar sus experiencias, expresar sus emociones, esclarecer los motivos de sus actos y los de los demás, recibir consejos, apoyo y, en ocasiones, enojarse y discutir abiertamente como podría hacerlo con un confidente, un familiar o con un amigo.

Síntomas como la ansiedad, el estrés, el comportamiento obsesivo-compulsivo y la depresión son señal de algún desequilibrio interno. El psicoterapeuta ayuda a la persona a corregir dicho desequilibrio para que pueda eliminar sus hábitos y pensamientos destructivos, fortalecer su autoestima, disfrutar más de la vida y establecer mejores relaciones con los demás. Para lograr esto, los psicoterapeutas recurren al diálogo con el paciente o emplean otros medios de expresión como el análisis transaccional, la terapia por medio del arte, la terapia bioenergética, la terapia con música y la terapia por medio de la danza.

Los motivos de los pacientes para comenzar un tratamiento son diferentes, aunque suelen ser temas comunes: la desesperanza, el aislamiento social, la desmoralización y un sentimiento de fracaso y falta de valor. El paciente se suele sentir al margen del fluir de la vida y experimenta sentimientos de ansiedad, desánimo e infelicidad. La diversidad de problemas que presenta el paciente o su estructura subyacente también van a influir en el enfoque y la orientación que adopte el psicoterapeuta.